En 2017, Siglo XXI Editores México, una editorial con más de cincuenta años de trayectoria, emprendió una aventura inesperada: integró a su catálogo la colección “El País del Centro”, dedicada a la literatura china contemporánea en español.

Una de las preguntas más recurrentes sobre este proyecto es por qué traducir literatura china en México. Es muy típica la frase “el dragón despertó”, pero la verdad es que siempre ha tenido los ojos bien abiertos. En nuestras diversas actividades, en algún momento del día y sin ser plenamente conscientes, tenemos contacto con el país asiático, mayoritariamente, a través de objetos y transacciones. Además de que, en los últimos años, debido a la apertura gubernamental al turismo y las migraciones de sus conciudadanos, la presencia de chinos en otros territorios se ha potenciado.

El dragón es real, pero ¿qué sabemos de China? Ante el panorama mundial, ¿debería interesarnos?, ¿habría que acercarse?, ¿queremos entenderla? El acercamiento no es tan directo: el idioma es una barrera considerable (¿a cuántos hablantes de chino conocemos?), sumándole el limitado acceso a información por el manejo de redes sociales e internet completamente ajeno al de nuestro lado del mundo. 

Después de siglos de confrontaciones entre reinos, pueblos y fronteras, en 221 a. C., Qin Shihuang unió a los Estados combatientes y formó la primera dinastía unificada en la historia de China, la dinastía Qin. Aunque es un concepto posterior a ese momento, para hablar del Estado unificado se usa el término Zhong Guo, que se refiere al territorio geográfico chino que hoy conocemos. El vocablo significa el país del centro. Este término proyecta que el mundo exterior identifica a China desde fuera de sus propias fronteras.

La primera vez que le presté atención a China —antes solo tenía en mi imaginario pandas, dragones de colores brillantes y chop suey— fue hace unos cinco años, cuando una colega me compartió una novela china que recién había traducido en su tiempo libre. Me quedé atrapada en la lectura; quería otros relatos de ese autor, pero no había nada más en español que las impresiones del documento Word que tenía en mis manos. Me interesaron más novelas, pero eran contadas las traducidas al español, especialmente, las directas.

Cuando me convertí en una lectora que quería explorar más, apareció la editora que hay en mí. Entonces, yo, alguien que no sabe chino y que no tenía contemplado este país en su mapa mental, me sorprendí del gran valor literario de los autores chinos, celebré lo anecdótico de su estilo y quise que todos disfrutaran de su literatura. Editorialmente, había otra razón para llevar adelante este proyecto de traducción: la exploración de nuevos contenidos, de otros mundos literarios. Ser disruptivo en la literatura es salir, a veces, de la zona conocida del catálogo literario y apostar por contenidos nuevos. Siendo el trabajo del editor descubrir y compartir nuevas voces, no encuentro nada más disruptivo que ir a estos manuscritos.

Antes de crear “El País del Centro”, la editorial ya había publicado obras de no-ficción de sinólogos y especialistas en China. La mayoría eran obras de corte académico y divulgativo, ensayos e investigaciones de aspectos económicos, poblacionales, estadísticos, idiomáticos. Siglo XXI Editores apostó por publicar ficción contemporánea china porque lo que ofrece una colección de literatura con estas características no es un acercamiento o una visión occidentalizada, sino el interior mismo del país, lo que yo llamo el latido: las calles, sus sonidos y olores; la comida, sus sabores y tipos; los sentimientos, los bondadosos y los aterradores; las familias, los secretos y las jerarquías; el Gobierno, desde el exterior y el interior del Partido Comunista de China; se muestran los retos, diversiones y temores de la juventud; cuál es el lugar de los ancianos, de las mujeres, de los hombres, de la niñez; qué trabajos hay y cuánto dinero se gana. Los personajes literarios cuentan abierta y detalladamente en sus diálogos sobre los programas de televisión, su experiencia migrando del campo a la ciudad, la corrupción, la dificultad de encontrar una pareja, el olor de la floreciente primavera. La realidad misma.

Hasta la fecha, Siglo XXI Editores ha publicado ocho novelas, la mayoría de estas también en formato de libro electrónico: La palabra que vale por diez mil, El pequeño gran salto de Liu, Yo no soy una mujerzuela, La era de los embusteros, de Liu Zhenyun; de Fang Fang, Crepúsculo; de Jia Pingwa, La flor suprema; de Xu Zechen, Sobreviviendo en Pekín; y de A Lai, Edén de hongos.

Tres de las novelas de Liu Zhenyun están disponibles también en formato de audiolibro. El trabajo en cabina fue tan retador como divertido. Las obras de Liu se caracterizan por la gran cantidad de nombres propios que se incluyen de personajes, geografía y lugares, nombres que —como criterio editorial de la colección— conservamos íntegramente. Ninguno de los locutores sabía chino, así que nuestra traductora, Liljana Arsovksa, estuvo presente el primer día de cada grabación para revisar con ellos la fonética de las decenas de palabras en mandarín. Liljana pronunciaba, los locutores asimilaban rápidamente, mientras el resto del estudio que se escabulló en las particulares sesiones repetía a coro detrás de los profesionales. 

Como hispanoparlantes, el primer pensamiento sobre trabajar con China en materia editorial es la traducción de obras del putonghua (chino mandarín estándar) o la influencia de alguno de los trescientos dialectos que construyen la oralidad del país asiático. Trabajar estas traducciones va más allá del profesionalismo, se trata de confianza. El traductor —especialmente de una lengua tan ajena al editor— es quien da voz al autor, marca la primera línea, pero que será revisada y debatida con el paso de las tantas lecturas necesarias para llevar el chino al lector hispanoamericano.

Uno de los ejes de la colección ha sido la traducción directa del chino al español. La literatura china ha sido mayoritariamente traducida al español desde segundos idiomas, más comúnmente desde el inglés y francés. Pero nuestras obras ofrecen una traducción directa, que significa para nosotros una comunicación más cercana y se vuelve un sello distintivo de la colección.

Un rasgo particular es que, desde el inicio, contemplamos no un libro, sino una colección, y eso se refleja en cada selección. Nos interesan autores y editoriales comprometidos y con la visión de que sus títulos se publiquen en español; que sean prolíficos y que, por lo tanto, tengamos oportunidad de explorar más de una de sus obras. Buscamos voces de diferentes regiones de China, no solo la historia hongkonesa o pekinesa, no solo el área rural del centro del país, sino del desierto, de las fronteras, de las minorías, las voces que no se escuchan en las noticias que salen de China. En definitiva, procuramos diversos acercamientos a un país que parece infinito en tantas páginas ya redactadas y que aspiramos a traducir y publicar.

Personalmente, puedo agregar la atracción por publicar a más escritoras. En visitas a casas editoriales en Pekín y en la Feria Internacional del Libro de Pekín, he visto tantos catálogos en los que prevalentemente hay escritores que me pregunto dónde están las voces femeninas de su literatura. Ha costado un poco más encontrarlas, pero ha sido lo correcto emprender esa búsqueda. Y el resultado, como sospechábamos, es iluminador tanto por su prosa y por lo que tienen que contar. 

Elena Bazán (México). Editora, correctora y gestora de proyectos editoriales. Ha colaborado con diversas empresas de México, España, Alemania y China. Desde 2017, coordina y edita para Siglo XXI la colección El País del Centro, dedicada a la literatura china en español.Desde 2018, es account manager de Bookwire México, empresa líder de distribución de contenidos editoriales digitales. Ha publicado Manual de escritura competitivaTrabajar en casa. Estrategias para lograr productividad y armonía, y es creadora y locutora del pódcast Central home office.

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